Nada peor que vivir en un edificio de propiedad horizontal. Hoy no les voy a hacer la lista de eventos que me fastidian. Me voy a remitir solo a uno: el viaje en ascensor. Ese cubículo ínfimo del infierno en donde, si o si, quedamos cuerpo a cuerpo (literal) con un vecino/desconocido. La situación es incómoda de por si. Quedarse mudo, más si el viaje es largo, incomoda. Pero hacer sociales… es abrir las puertas del infierno!
Por idiotez, educación y no se qué, suelo tratar de ser simpática. Y ahí reside mi error! Si les das la mano se toman el brazo! Será posible que la gente sea tan literal a las 8 am de un lunes????
Todo empieza con mi “Hola, cómo estas?”. Para mí, un mero saludo simpático, de cortesía. Pero para ellos…ES LA HABILITACIÓN PARA HACER DE MI UN INODORO! Como no tienen los patitos en hilera, como para darse cuenta que la mía es una pregunta estándar, de rutina, políticamente correcta, empiezan a contarme, realmente, cómo están!!!!! Y siempre están mallllllllllllllllllllll. El calvario suele extenderse hasta el hall de entrada y a la mismísima vereda. Increíble!
Cómo decirles…..? ME IMPORTA UN CUERNO CÓMO ESTÁN!!! POR QUÉ ME TENDRÍA QUE IMPORTAR????.
Ojo, no me molestaría tanto esto si, después de todo, me dieran la oportunidad de que yo también me “haga” encima de ellos. Pero cuando vaciaron su intestino dicen chau y pegan la vuelta. Egoístas!!!!
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